Consistió en copiar una imagen en la que solamente se veían
líneas y que el profesor proyectó; posteriormente Claudio le dio la vuelta a la
imagen y la volvió a proyectar; ahora todo cobraba sentido, ya que podíamos
apreciar a un gallo, un flamenco y un pollito. De nuevo, pero ahora ya sabiendo
lo que hacíamos, debíamos copiar la imagen; sorprendentemente parecía mucho
mejor dibujada cuando la imagen estaba del revés.
Esta fórmula proviene de un libro llamado “Aprender a dibujar
con el lado derecho del cerebro” (Betty Edwards) y nos propone un dibujo que
debemos representar tal cual, sin pensar qué forma tendrá al acabar. Este
dibujo está al revés y por eso no vemos las formas originales, la percepción
cambia.
EJEMPLOS:
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